Con sus plumas de colores
y el pico curvado,
el loro se pasea
de un lado a otro del palo.
Un gato le observa.
Le mira tentado.
Se agazapa, ¡va a saltar!
Pero el loro grita: "¡alto!".
Sigue el loro en su palo,
tranquilo sin miedo al gato;
le dirá: "¡estate quieto un rato!"
y mira para otro lado.
Ese loro parlanchín ...
más de un susto ya le ha dado.